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LA EDUCACIÓN COMO CAMINO DE PAZ

“En nuestros días se advierte la creciente conciencia de que la paz mundial está amenazada, no solo por la carrera de armamentos, los conflictos regionales y las injusticias que todavía existen en los pueblos y entre las naciones, sino también por la falta de respeto a la naturaleza, a la explotación desordenada de sus recursos y el progresivo deterioro de la calidad de vida.”

Juan Pablo II

Colombia es un país rico en biodiversidad y en cultura, es reconocida por sus maravillosos paisajes, por sus pisos térmicos, la calidez, inteligencia y verraquera de su gente, la diversidad étnica, y por la característica alegría de los colombianos. Pero también es reconocida por ser el escenario de múltiples actos violentos, que han utilizado la inteligencia y verraquera de su población para hacer daño, que han borrado la sonrisa de muchos colombianos, que han teñido de rojo sus paisajes, que han dejado a este país tan rico, la mayoría de sus veces, en la ruina.

Al consultar la historia de Colombia, nos encontramos con un ciclo, hasta hoy, interminable de violencia. Pareciera que el suelo patrio no conociera otro color que no sea el rojo. Si miramos con lupa, vemos un factor común entre toda esta violencia: el gobierno o la clase privilegiada crea conflictos por los que lucha un pueblo de campesinos, colores e ideas encadenadas.

Esta clase, obsesionada con el poder, ha llevado a la práctica el dicho popular de “La letra, con sangre entra”, y ha caminado, sin pensarlo dos veces, sobre aquellos que se interponían en su camino, a veces ignorándolos, a veces eliminándolos; ha despertado tal resentimiento en el pueblo, que lo han conducido hacia la barbarie de pasar de víctimas a victimarios en tan solo un suspiro.

La barbarie se ha interpuesto ante todo en nuestros pensamientos, y es común en los colombianos, reaccionar agresivamente ante un desacuerdo. Hay marchas por la paz, quejas por la guerra, pero después de todo esto, la sensibilidad nos abandona y la violencia resurge.

Más que unos diálogos en la Habana, negociaciones de años para lograr la “paz”, lo que Colombia necesita es educación. Educación en valores, en civismo, en cultura general, concientización frente a las problemáticas que enfrenta actualmente el mundo y la sociedad. Porque de nada sirve que los colombianos sean unos pilos en las matemáticas, que se sepan la historia al derecho y al revés, o que sepan la composición natural de todo a nuestro alrededor, si al salir a la calle no saben ser tolerantes, pacientes, limpios y responsables con el ambiente. “Lo decisivo para traer la paz al mundo es nuestra conducta diaria” (jiddu Krishnamurti)

Hace un tiempo, se dejó de enseñar en los colegios Urbanidad y Cívica, en otras palabras “Cómo comportarse en sociedad”, algo muy necesario en la sociedad de hoy en día que cada día está más picha.

En mi opinión, la paz no se logra haciendo procesos de negociación con grupos armados insurgentes; la paz, como interés colectivo, debe ser construida entre todos, comenzando por un cambio de mentalidad y de conducta, recordando siempre que vivimos en sociedad, no solos, y aunque los demás tienen características físicas que nos hacen semejantes, son totalmente distintos a nosotros. Como dice Rigoberta Menchú “La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”.

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